explicación de nuestras más fanáticas actitudes, así como nuestra
proverbial desconfianza. Hurguemos en él.
Pasado y Origen
Los Incas no conocieron la Democracia. Gobernaron con poderes
absolutos, porque se decían hijos del dios sol. Realmente fue una
Teocracia.
En el Tahuantinsuyo no existió la propiedad privada; y los vasallos ni
siquiera fueron dueños de su trabajo. Porque el Inca a través de sus
representantes, los obligaban a trabajar para el Estado.
La sucesión del poder fue hereditaria, sin que interviniera el Pueblo
en la elección de sus gobernantes. La vida misma dependía del Inca. El
podía elegir (por ejemplo) las más bellas doncellas y con ellas
conformar un interminable harén a lo largo y ancho del imperio.
Ese es nuestro pasado reciente. Fueron cuatrocientos años en los que
no aprendimos a convivir en libertad. Ni aprendimos a participar en
las decisiones de Estado. Desde el S. XII hasta el S. XV no fuimos una
sociedad en evolución.
Nos enorgullecen los monumentos históricos que nos legaron nuestros
antepasados, y es bueno que así sea. Admiramos las hazañas de
Pachacútec, el guerrero que extendió las fronteras del imperio. Pero
sólo a media voz, reconocemos la crueldad con que sometió a los
vencidos.
Los Españoles
Para los vasallos, nada cambió con la llegada de los españoles. Un
grupo de codiciosos ignorantes arribó a nuestras costas desde el
norte, cuando el Imperio Incaico, como todo Imperio, se encontraba en
los estertores de su propio agotamiento. Huáscar y Atahualpa,
enfrascados en guerras fratricidas, pusieron en bandeja lo que quedaba
del imperio al invasor español.
Y, a diferencia de los árabes, cuando conquistaron parte de la
península ibérica, los españoles no trajeron conocimientos. Los Incas
sabían más. Cuando Cristóbal Colon, trataba de convencer a los
intelectuales de Europa, basándose en los viajes de Américo Vespucio y
los mapas de Pirí Reis, que la tierra era redonda; los Incas, hacía
más de doscientos años habían construido un reloj solar en
Sacsayhuamán. Y tenían amplio dominio de la astronomía.
Los españoles habían venido a otra cosa. Habían venido a saquear el
Imperio. La corona española deseaba fortalecer su reino, con las
riquezas de América. Para conseguir su fin, era necesario que esas
riquezas fueran extraídas, transformadas y embarcadas hacia España.
Los vasallos del Incanato cayeron en manos de los colonizadores.
Murieron por millones, al ser sometidos a trabajos forzosos y tratos
inhumanos. Igual que cuatro siglos antes, no tuvieron ningún derecho.
Las autoridades eran nombradas desde España y no existía ninguna
posibilidad, que participaran en las decisiones del Estado, que les
eran inherentes. Nada cambió, excepto el dueño del poder.
Inventando la Democracia
Desde el S. XV hasta el S. XIX; cerca de quinientos años, se sumaron a
los cuatrocientos de vasallaje. Y las sublevaciones contra el poder
español, no nacieron del pueblo; sino de los mestizos adinerados, que
empezaron a negarse a pagar más tributos. No fue la libertad, como
valor supremo el leit motiv de las revoluciones. Eso es un mito.
Nuestros pueblos vivieron sojuzgados durante novecientos años. Es a
partir de 1821, que recién comienzan a generarse, algunos esfuerzos
por hacer una Republica. Sin embargo, ella debió edificarse sobre
instituciones sólidas ó en proceso de serlo, y sobre una nación
consolidada o en proceso de serlo.
Nuestros próceres identificaron República sólo con poder. Y por él
lucharon entre ellos. Y los vencedores se creyeron con derecho a
usurparlo. Jamás intentaron construir primero una Nación. Razón por la
cual (hasta hoy) tenemos una identidad nacional en ciernes. Durante
casi ochenta años, desde 1,821 fuimos gobernados por caudillos
militares, que hicieron de las bayonetas sus votos. Los vencedores en
el campo de batalla, se instalaron en Palacio de Gobierno. El pueblo
participó como soldadesca, no como una sociedad de ciudadanos
organizados.
Y cuando se agotaron los militares, en los albores del S. XX, los
grupos de poder económico inventaron la democracia peruana. Que
consistió en hacerse elegir consecutivamente, para satisfacer sus
propios apetitos.
Equivocando Prioridades
La guerra civil que protagonizaron Cáceres y Piérola, concluyó el año
1895, cuando acordaron formar una Junta de Gobierno presidida por
Manuel Candamo. Convocada las elecciones, sale electo el único
candidato: Nicolás de Piérola, inaugurando una serie de gobiernos
civiles, que hasta 1919, Basadre identificó como la Republica
Aristocrática.
En ese periodo, la Oligarquía ejerció un dominio casi absoluto de la
sociedad peruana, a través del control del Estado. Un grupo reducido
de familias aristocráticas excluyo de la vida política a las grandes
mayorías nacionales.
El partido civil, fue el instrumento político, por el que se ejerció el poder.
Con Piérola se inicia el ausentismo de un plan para el mejoramiento de
las clases mayoritarias; reprimiendo los movimientos indígenas. Nadie
se preocupó por la educación y el desarrollo y, la tenencia de la
tierra, fue privilegio condescendiente de los grandes terratenientes.
El pueblo fue el gran ausente. Ninguna de sus aspiraciones fue
satisfecha. Y sus votos, sólo sirvieron para perpetuar en el poder a
la aristocracia, con diversos nombres y en diferentes años. Alexis de
Tocquevile escribió en 1,835 su obra "La Democracia en América". En
ella, afirma que en el nacimiento de las Repúblicas, está la
explicación de su comportamiento en la adultez.
El Perú no escapa a esta verdad. No aprendimos a conocer un sistema
participativo durante nueve siglos. Y cuando emprendimos el camino
para construir una República, equivocamos las prioridades.
Imposiciones Externas
Un perfeccionado sistema Democrático, se nos ha impuesto de arriba
hacia abajo. Un sistema que requiere de ciudadanos con cultura cívica,
se ha instaurado por decreto, sin que las grandes mayorías lo
comprendan. Un sistema en el que deberían estar comprometidos, todos
los ciudadanos del Estado, ha sido desbordado, por aquellos que han
migrado del campo a la ciudad; creando sus propias reglas, al margen
de las que ha dictado el sistema "formal". Coexisten dos "Estados",
dentro de un mismo territorio.
Más del 70% del número de transacciones económicas se hacen fuera del
sistema formal. El 98% del total de empresas en el país, son pequeñas
y microempresas, de las cuales sólo el 20% está en el sector formal.
El Fondo Monetario Internacional, monitorea sólo el 30% del total de
transacciones comerciales y financieras. Ellas están inmersas en las
estadísticas de la macroeconomía; cuyas cifras no representan al total
del país.
Cifras que los sucesivos gobiernos se empeñan en mantener de acuerdo a
los dictados del FMI. Condición mediante la que asegura ese organismo,
el pago de nuestra deuda externa. Pero que, a la vez, ignora la
cantidad de pobres y desnutridos, sobre los que se asientan las cifras
en azul. Nadie tiene en cuenta las cifras macro sociales, que
sustentan trágicamente las macroeconómicas. Este rescoldo del pasado,
tiene su explicación: nueve siglos de vasallaje y ciento ochenta años
de exclusión.
Refundación del País
El Perú es una República en proceso de formación y con varias naciones
y culturas conviviendo dentro del mismo Estado, requiere Refundarse.
Tiene que ser la realidad la que defina el modelo y el sistema. No
somos, ni debemos ser, calco ni copia de otros países. Debemos
atrevernos a caminar por nuestro propio rumbo. Pero es necesario
definirlo. Ese esfuerzo es el que queremos emprender. Ojalá que así
sea, con conocimiento de causa, y convocando a todos los ciudadanos,
en esta cruzada hacia el futuro.
Nuestro mensaje
América Latina, a pesar de tener casi la mitad de sus ciudadanos en
situación de pobreza, posee activos que no generan capital como
debiera, tal como sostiene el Dr. Hernando de Soto. Somos países
capitalistas sin capital. Es esta la razón por la cual, somos el
continente en el que más "ayuda" económica y financiera, se ha
inyectado. Pero a la vez, somos los más peligrosamente endeudados. Ya
que algunas de ellas bordean el 45% respecto al PBI (como es el caso
del Perú). Somos parientes de exclusión, pobreza y falta de
Desarrollo. Razón por la cual, mucho de lo que analizamos para el
país, será útil para nuestros hermanos latinoamericanos.
América Latina: Un pasado compartido
Las mayorías de Repúblicas de Centro y Sur América, con excepción
de Brasil, fueron colonias del reino español. Y no solo tienen esa
historia común; sino que en ellas, floreció antes de la llegada de los
conquistadores ibéricos, imperios y culturas excluyentes. Igual o muy
parecido al modelo social y político del horizonte tardío o
Tahuantinsuyo, que ocupó gran parte del territorio sudamericano.
El esfuerzo hermenéutico, que se hace sobre ese período, no tiene
la finalidad de compararlo con los sistemas políticos que se pusieron
en práctica a partir de mediados del S. XIX; sino que es un vistazo
necesario para comprender, que no estuvimos preparados cívicamente
para asumir una democracia perfeccionada, fundamentada en un
liberalismo económico.
España, no fue un Estado desarrollado, en el concierto de países
Europeos. Es probable que esta sea la razón por la cual, no pudo
"exportar" a sus colonias, modelos y fundamentos que propiciaran
aptitudes para despegar. Ninguna de las ex-colonias de España, ha
desarrollado. Todas pertenecen al Tercer Mundo. Todas ellas, han
fracasado desde su Independencia, en el esfuerzo por brindar bienestar
general a la mayoría de ciudadanos. Sin embargo, poseen una ingente
cantidad de materias primas, que mayormente las exportan como tales,
sin haber emprendido esfuerzos sostenidos de transformación.
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MARCO ANTONIO ARRUNATEGUI CEVALLOS
DIRECTOR & ANALISTA POLITICO
REVISTA - JUSTO MEDIO
www.justomedio.com