"No Gobierno con las Encuestas" (Ollanta Humala)
Decía el escritor argentino Alberto Zinn, que cuando un político afirma que "hará lo que el pueblo le pida ya encontró la manera de domesticarlo", a lo que queremos agregar qué cuando lo ignora, aspira a ser autócrata. Ambos casos: "domesticación" y desdén, lo que demuestran es supina ignorancia respecto a la soberanía popular.
Cuando el presidente Humala y su esposa disfrutaban, de una alta aprobación popular, se deshacían en agradecimientos a la población por la confianza depositada en ellos. Pero cuando estas cifras empezaron a descender hasta los niveles en que hoy se encuentran, tomaron la decisión de ignorarlas. "Yo no gobierno en base a las encuestas" ha dicho enfáticamente el ciudadano Presidente.
Obsesión por las encuestas
El Presidente y su obsesión por las encuestas (a contrapelo de lo que dice) lo han llevado a impulsar un diálogo nacional y ceder ante la presión de las calles para detener la "caída libre" de su aceptación popular.
Ni las "uvas están verdes", ni "yo no gobierno con las encuestas" son frases dichas con convicción. Solo demuestran malestar y desánimo.
Más bien las encuestas deberían servirles para recuperar lo que han perdido, en tanto tengan las sensatez de leerlas sin ojeriza. Por ejemplo, el presidente Humala debería observar que la población le reclama prioritariamente: cumplir con sus promesas de campaña: acabar con la inseguridad ciudadana y combatir eficazmente la corrupción.
Servidores de la voluntad popular
Aquel ciudadano que pretende incursionar en política, debiera conocer algunos fundamentos de su ejercicio. Uno de ellos (como anotamos al principio) es el de la soberanía popular, doctrina política que viene de Rousseau, quien afirma que el pueblo es una unidad de costumbres y hábitos de vida en común, cuyos integrantes acuerdan formar un Estado para gobernarse mejor en forma soberana. "El pueblo no debe nada a sus gobernantes, que son servidores, escribientes o mensajeros de la voluntad popular".
Razón por la cual dice McKeon ("Le Pouvior et le language du Pouvoir") que "el poder solo es legítimo cuando proviene del pueblo y se basa en su consentimiento".
Legitimación del poder
Si las encuestas son una forma de legitimación del poder (expresan su consentimiento), ¿Cómo ignorarlas? Polin añade al respecto: "el Gobierno de los hombres solo es posible de forma duradera, cuando existe un acuerdo suficiente sobre lo que es o no es legítimo".
Es por ello que la Gobernabilidad (sinónimo de buen Gobierno) es definida por el Banco Mundial, como el ejercicio eficiente, eficaz y legítimo del poder y la autoridad para el logro de objetivos sociales y económicos.
La legitimidad es su más firme sustento. En tal sentido resulta irreflexivo gobernar prescindiendo de la legitimidad, condición que en forma exclusiva y excluyente otorga el pueblo.
Pero las encuestas no son la única fuente para saber lo que el pueblo espera de sus gobernantes. En teoría, son también los partidos políticos los que cumplen esa función, ya que debieran ser los interlocutores entre el ciudadano y el Estado, como dice Duverger.
Identificados como corruptos
Lastimosamente estas agrupaciones pasan por su peor crisis en el país, al punto que el 92% de la población los identifica como corruptos o muy corruptos, y el 56% no se siente representado por ellas.
Con esta realidad, haría bien el presidente Humala en prestarle mucha más atención a las expresiones del pueblo, no desdeñarlas. Pasar por alto la opinión de quienes lo eligieron y le otorgaron el poder que hoy administra en nombre de ellos, es el primer paso hacia la autocracia. La democracia no son palabras ni modales.
Es la aceptación consciente del origen de los poderes y en nombre de quien se ejercen.
Recordemos nuevamente a Rousseau cuando decía. "El pueblo inglés cree ser libre y se engaña, porque tan solo lo es durante la elección de los miembros del Parlamento y luego que estos están elegidos, ya es esclavo, ya no es nada" ("El Contrato Social").
Mecanismos Constitucionales
El pueblo elige al gobernante y tiene el absoluto derecho de controlarlo mediante los mecanismos constitucionales y de acuerdo a ley, también le asiste el derecho de cambiarlo en uso de los mismos mecanismos. Que no haya revocatoria presidencial, no lo libra del descontento popular. Nadie puede hacer con el poder lo que le viene en gana. Ni desoír el clamor de la ciudadanía, porque le es adversa. Muy por el contrario, se le debe prestar mayor atención.